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Parroquia
Santa María de Guadalupe
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Beato Bartolomé Gutiérrez

Fiesta: 02 de septiembre

Información biográfica
Fecha de
Nacimiento
04 de septiembre de 1580
Lugar de
Nacimiento
Ciudad de Mexico, México
Fecha de
Fallecimiento
03 de septiembre de 1632
Lugar de
Fallecimiento
Omura, Japón
Orden
Religiosa
Orden de San Agustín
Beatificación
Fecha 22 de mayo de 1867
Papa Pío IX

Vida

Nació en la ciudad de México el 4 de septiembre de 1580, hijo de Alonso Gutiérrez y Ana Rodríguez. Fue bautizado en la parroquia de Sagrario Metropolitano. Con 16 años ingresa a la orden agustina; hizo sus estudios en el convento de Yuriria, Michoacán, profesando el 1 de junio de 1597. Ordenado sacerdote, fue trasladado a Puebla al convento de San Agustín.

Por estas fechas ya tenía deseos de ser misionero y mártir, sus hermanos de religión se burlaban de él porque era muy gordo y no podría soportar las fatigas del misionero. Pero el respondía con jocosidad: "Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la Fe de Cristo". Sus palabras resultaron proféticas.

Misión en Japón

El 22 de febrero de 1606 se embarcó en Acapulco y llego a Filipinas el 1 de mayo siguiente. Allí, los superiores al ver sus cualidades, lo nombraron maestro de novicios, desempeñando este cargo durante un sexenio. Tenía una gran facilidad para los idiomas, era un buen latinista y aprendió pronto el japonés a pesar de las dificultades de esta lengua.

En 1612 se embarcó a Japón y en 1613 fue nombrado prior del convento de Usuki; como dominaba bien el idioma japonés, se entregó de lleno a la evangelización, teniendo pronto a su cargo una gran comunidad de fieles. En 1614 hubo un decreto de expulsión para los religiosos y en noviembre de este año el Beato Bartolomé fue capturado y expulsado de Japón, volviendo a Filipinas, donde nuevamente fue maestro de novicios.

En Japón la persecución recrudeció a raíz del martirio del Beato Fernando de San José Ayala. Algunas crónicas precisan que se pedía la vuelta del Padre Bartolomé Gutiérrez porque este había dejado un buen recuerdo. Así, el provincial designó que volviera a Japón acompañado del Beato Pedro de Zúñiga, regresando ambos a tierra de misión el 12 de agosto de 1618.

Ejerció un ministerio ejemplar entre sus fieles, estimulando por su fervor, sosteniendo a los débiles en la fe, predicando y administrando los sacramentos a escondidas. Venció innumerables peligros para llevar a Cristo a los creyentes y para no ser detenido, vivía en los campos y bosque; vivió pobremente, padeció las inclemencias del clima y también el hambre. A esto él añadió ayunos, vigilias y tales maceraciones, que aquel joven robusto de 25 años, se convirtió en un hombre enjuto y seco que no parecía tener más que huesos y piel.

Persecuciones

De él se platica que Dios lo protegió de manera milagrosa cuando se escondía. En una ocasión escapó de sus perseguidores gracias a que una araña tejió su telaraña en un rincón de la casa donde se escondía. Otra vez salió al encuentro de sus captores tocando un instrumento musical sin ser notado por ello. También sucedió que una buena mujer lo escondió en su casa, llegaron los guardias y le preguntaron por él, entonces ella sufrió un ataque de nervios y se reía mucho, pensaron los oficiales que quería congraciarse con ellos mientras les señalaba que adentro y lo tomaron a burla y se marcharon sin revisar. Así fue que desarrolló su apostolado hasta 1629, en que llego a Nagasaki como gobernador un hombre llamado Tacanga. Este fue un cruel perseguidor y redobló las pesquisas y castigos. También respiraba mucho odio contra el Beato Bartolomé y los agustinos porque en el reino de Bungo habían fundado el primer convento y para acabar de componerla, el religioso había convertido al cristianismo a varios familiares suyos.

Víctima de una traición, el Beato Bartolomé fue sorprendido y arrestado el 10 de noviembre de 1629, junto con el catequista y ahora Beato Juan Shozaburo y otros tres auxiliares con los que fue enviado a la cárcel de Nagasaki, allí se reunieron pronto con él los religiosos agustinos Francisco de Jesús Terrero y Vicente de San Antonio Carvalho. Desde 1618 él había sido el sostén y promotor de la comunidad cristiana local, ahora ya detenido, el Tirano Tacanga se alegró porque iba a escarmentarlo para infundir miedo en el reino. Luego fue trasladado a la cárcel de Omuro, por considerarse que era un lugar más cruel.

En su traslado fue notoria su tranquilidad y resignación así como la alegría con que cantaba himnos a Dios en acción de gracias. Aquí languideció durante dos años. En 1630 tuvo la oportunidad de escribir al provincial: "por estar al presente por horas y momentos esperando la muerte” dando noticias no menos interesantes sobre sus compañeros y circunstancias de su prisión. En 1631 vuelve a Nagasaki en compañía de sus hermanos de hábito Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio así como el Jesuita Antonio Ixda, encontrado en la prisión al hermano franciscano Gabriel de la Magdalena. Los hicieron sufrir la tortura del agua sulfurosa en el Monte Unge, fueron llevados al lago de Arima, de aguas hirvientes, con las que eran bañadas sus carnes hasta escaldarlos y desollarlos creyendo que así renegarían de la fe. Esta dolorosísima prueba, de la que muchos salían apostatando, fue ganada por los mártires. Los suplicios fueron verdaderamente espantosos y se prolongaron por un mes, repitiéndose el castigo por lo menos dos veces al día, lo que tuvieron que padecer, todo el cuerpo hecho una llaga, no es fácil de imaginar.

Martirio

Al ver que no se lograba ningún retroceso, fueron devueltos a Nagasaki, donde se les condenó a morir en la hoguera. Todavía la víspera, Tacanga les ofreció la libertad si apostataban, pero permanecieron firmes en la fe. La sentencia se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1632. Al llegar al lugar del suplicio, entonaron, como era la costumbre entre quienes eran sacrificados, el salmo 116 "Laudate Dominum omnes gentes”, luego los ataron con lazos muy frágiles, para que se pudieran romper si decidían renegar. La leña era verde y llena de lodo para que ardiera con dificultad. Al ser encendido el fuego, el Beato Vicente Carvalho sacó su crucifijo y levantándolo en alto exclamo "¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo! ¡Viva nuestra fe y por ella valerosamente muramos!".

Escritos

El Beato Bartolomé Gutiérrez dejo varios escritos. Explicación de la doctrina cristiana la Relación del suceso de la prisión y dichoso fin de los bienaventurados mártires Pedro de Zúñiga y Luis Flores y la Relación del martirio que padecieron otros religiosos en el Japón en el mes de septiembre de 1622. Este grupo de misioneros cierra el elenco de os mártires encabezados por el Beato Alfonso de Navarrete.

 

 

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