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San Juan Eudes Historia de los Eudistas Eudistas en México Obras Completas
San Juan Eudes nunca visitó a México ni llegó al continente americano. Sólo conoció la referencia de Fray Juan de Zumárraga, arzobispo de la ciudad de México, según la cual los habitantes de dicha ciudad, antes de convertirse a la fe cristiana, inmolaban todos los años veinte mil niños para sacarles el corazón y ofrecerlo a sus dioses. Si hubiera podido venir a México, con toda seguridad habría llegado al santuario de la Virgen de Guadalupe a tributarle a María su amor y su devoción.
Los Eudistas llegaron a México a principios del siglo XX, atendiendo a la llamada de los obispos que los invitaban a colaborar en sus seminarios. Esa primera presencia eudista en el país azteca fue muy corta (1909 – 1918), debido a dos acontecimientos de la época: el primero fue los años turbulentos de la revolución mexicana, y el segundo la guerra europea, que hizo movilizar a los padres franceses que habían venido a prestar sus servicios a la Iglesia católica mexicana.
Tres seminarios diocesanos fueron testigos de esa presencia fugaz de los eudistas, a saber: Saltillo (1909 – 1914), Jalapa (1909 – 1914), Chilapa (1912 – 1918).
El P. Venard anota: "¿Qué era ese México de 1908? Ante todo era uno de los tres países más grandes de América Latina, con casi dos millones de kilómetros cuadrados, y un pasado prodigioso en el que los indígenas Olmecas, Toltecas, Aztecas, y otros, dejaron las huellas de una notable civilización. A principios del siglo XX, la población, muy mestiza, era predominantemente rural, pobre, católica tradicional, y muy adherida a sus sacerdotes. Pero el clero era poco numeroso, y carente de formación tanto intelectual como pastoral. Varios obispos buscaban formadores" (p. 66).
En Saltillo las religiosas de Nuestra Señora de la Caridad se habían establecido desde 1900, y fijaron su residencia en un predio en el que permanecen actualmente. La superiora de la comunidad se enteró de que el obispo diocesano, Mons. J. M. Echavarría, estaba buscando el apoyo de una comunidad religiosa para la dirección de su seminario; muy pronto comunicó el asunto al padre encargado de la misión eudista en Canadá, el P. Jean Levallois, y este lo trasmitió de inmediato al P. Ángel Le Doré, superior general. La negociación se llevó a cabo con rapidez, y el 10 de septiembre de 1909 llegaron a un acuerdo para hacer venir a los eudistas.
Una crónica de la Diócesis de Saltillo anota esta información: "Una preocupación constante del Señor Echavarría fue buscar colaboradores para el trabajo pastoral, no solo en diócesis mexicanas sino también en el extranjero. Logra que monjes benedictinos de España tomen bajo su cuidado el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe de Saltillo. Por medio de la superiora del monasterio del Buen Pastor de la ciudad episcopal (1908) entabla comunicación con el superior general de los Padres Eudistas, P. Ángel Le Doré, para que estos sacerdotes tomasen a su cuidado la formación de los seminaristas. Ellos llegan a partir del curso 1909-1910, y el contrato mientras la consagración de los padres eudistas (sic) se firma el 6 de septiembre de 1910. Como rector venía el Pbro. Víctor Guillemain; profesores: el padre Luis Lajoie, antiguo alumno de San Sulpicio, llegaba de Francia; Aristides Righi, de Roma; Pedro Lory, Alberto Lagrée, Oreve, Francisco Gesrel, y el padre Alberto Malaboeuf".
Los revolucionarios tomaron muy pronto la ciudad e impusieron su dominio; el seminario se vio aislado, sin protección y sin recursos; los jefes zapatistas decretaron muy pronto la expulsión de todos los misioneros extranjeros. Finalmente los padres eudistas tuvieron que salir del país, por orden de Pancho Villa, y el 1 de junio de 1914 se embarcaron hacia los Estados Unidos. La misma crónica añade: "De los padres eudistas fueron tomados presos Luis Lajoie y Alberto Lagrée; los demás sacerdotes de esta congragación ya habían salido de México".
La situación en Jalapa fue muy semejante a la de Saltillo. El P. Guillemain hizo las gestiones con el obispo, Mons. Pagasa; así se abrió para los eudistas otro campo de trabajo. Ante esta perspectiva, el P. Guillemain recomendaba al maestro de novicios de Francia que se les enseñara el español a los jóvenes. Los padres llegaron en septiembre de 1909 a comenzar labores. El equipo estaba compuesto por los PP. Pierre Buffet, superior, Alfredo Malabeuf, Ambroise Bourhy, y un colombiano que sería después arzobispo de Medellín, Joaquín García Benitez. El seminario fue creciendo, y en enero de 1912 había 70 alumnos internos y 20 externos; el porvenir parecía halagüeño.
En junio de 1914 Jalapa cayó en manos de los revolucionarios, y el seminario se cerró. Los padres eudistas se refugiaron en Veracruz, y posteriormente fueron a otros destinos.
En Chilapa la situación parecía mejor: el seminario estaba funcionando y había 90 alumnos. Los contactos con Mons. Campos comenzaron el febrero 1911, y concluyeron en junio con la aceptación de los Eudistas. El primer equipo estuvo compuesto por los PP. Charles Le Petit, superior, André Buan, Ernest Regnault; más tarde se agregarían otros, entre ellos Jean-Baptiste Cabaret quien después de la experiencia en Chilapa estuvo sirviendo 25 años en Colombia y otros 25 en Venezuela.
El seminario continuó funcionando bajo la dirección de los eudistas, pero la situación se hacía cada año más difícil. El obispo hacía todo lo posible por sostener a los padres, a pesar de la oposición del clero local. En 1917 del gobierno de México publicó la nueva constitución, que restringía prácticamente toda actividad religiosa, y sobre todo prohibía cualquier participación del clero extranjero. Algunos de los padres viajaron a Francia respondiendo al llamado de movilizarse para la guerra. Finalmente vino del decreto de expulsión, y los padres salieron de Chilapa en 1918. El obispo lamentó profundamente la salida de los eudistas, y dejó escrita una nota de aprecio: "Santos sacerdotes, modelos elocuentes, consejeros muy sabios".
Coatzacoalcos es una ciudad y puerto petrolero situada en la desembocadura del río del mismo nombre, en el sur del estado de Veracruz. Por el puerto salen muchos hidrocarburos hacia el exterior. La diócesis de Coatzacoalcos tiene aproximadamente un millón de habitantes; la población está distribuida entre algunas ciudades de mucha actividad industrial y comercial, y un área rural muy productiva.
Pasaron los años, y en 1989 Mons. Carlos Talavera, primer obispo de Coatzacoalcos, pidió la colaboración de los eudistas para la dirección de su seminario mayor. Después de varios diálogos Mons. Talavera y el P. Jorge Jiménez, superior provincial de Colombia, llegaron a un acuerdo para que los eudistas tomaran la dirección del seminario. Los primeros en llegar fueron los PP: Carlos Juliao y Gustavo Mesa; el seminario comenzó a funcionar en "El Chapo", cerca de una estación del ferrocarril. La parroquia de Nanchital puso a disposición de la diócesis un edificio que poseía en la localidad para que el seminario pudiera comenzar labores; ahí estuvo funcionando durante cuatro años.
En 1991 se dio un relevo en la dirección, y vinieron los PP. Amadeo Pedroza, Carlos Triana y Alvaro González; posteriormente se agregó Jorge Clavijo. Para entonces Mons. Talavera ya había adquirido un terreno situado en la carretera que conduce al poblado de Barrillas, cerca de la costa; ahí se comenzó la construcción de la sede propia del seminario. Cuando el lugar estuvo habitable, el seminario se mudó hacia allá y continuó sus labores; la construcción fue avanzando por etapas hasta llegar al estado actual, bastante confortable. El lugar, que antes se veía desolado, ahora está muy poblado y en sus contornos han surgido algunas colonias nuevas.
Como fruto de nuestro trabajo en Coatzacoalcos ha quedado el P. Ulises Morales, primer eudista mexicano, actual superior de la comunidad local en México. En l996 asumió la dirección del seminario el P. Álvaro Henao (q.e.p.d.); solo estuvo un año. Después vinieron los PP. Jorge Muñoz, Ulises Morales, y Jorge Eliécer Cano. Este equipo estuvo tres años más al frente del seminario, hasta que terminamos nuestro compromiso con la diócesis de Coatzacoalcos en el año 2000. El clero diocesano asumió la dirección del seminario.
El P. Jorge Jiménez, provincial de la época en Colombia, le pidió al P. Carlos G. Álvarez disponibilidad para ir a dirigir el seminario mayor de Acapulco. "Para eso me hice eudista", fue su respuesta el 18 de Junio de 1992, y el 20 de Agosto partió de Bogotá hacia México, después de entregar la dirección del Seminario de Valmaría.
Después de orar a los pies de la Guadalupana y encomendarle su ministerio, llegó el P. Carlos el 22 de Agosto a la ciudad de Acapulco y fue recibido por el Señor Rafael Bello, Arzobispo de la ciudad. El Arzobispo había sido formado en Chilapa por los antiguos alumnos de los eudistas a comienzos de siglo, y en la década de los cuarentas había pasado semanas con los eudistas de París. Por eso ahora, al terminar casi la construcción del seminario mayor de la Arquidiócesis, quiso que los eudistas fuéramos los formadores de su clero.
En ese momento, al asumir la organización del Seminario, había que partir de una situación histórica recientemente vivida. Los estudiantes de Acapulco habían estado hasta un año antes en el seminario regional de Tehuacán, de orientación liberadora y en oposición frecuente a las directivas eclesiales del momento. Vino una orden de Roma que exigía cerrar el seminario y los candidatos quedaron en el aire y tuvieron que volver a la arquidiócesis, viviendo en parroquias y recibiendo una formación deficiente, mientras se terminaba la construcción del nuevo seminario. De ahí que la llegada de los eudistas fuera asumida por el arzobispo como una bendición (por la disciplina y las exigencias propias de los eudistas) y por los estudiantes como una invasión que atentaba contra sus principios liberadores.
El equipo inicial estuvo compuesto por el P. Carlos G. Álvarez y el P. Ricardo Pérez, diocesano. Unos meses más tarde llegó el eudista César Rubiano, quien había terminado sus estudios `pero aun no había sido ordenado presbítero. Igualmente, se dio comienzo a una experiencia especial: el joven Ulises Morales, que había hecho los estudios de filosofía con los eudistas en Coatzacoalcos, pidió ingreso a la Probación y vino a iniciar la teología en Acapulco bajo la dirección del P. Carlos.
Desde que llegamos a México las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad nos acogieron muy bondadosamente y nos ofrecieron un rincón de su casa provincial donde teníamos nuestra residencia provisional. Con el paso de los años vimos la necesidad de tener una residencia propia y un lugar para hospedar a los amigos y hermanos eudistas que pasaban por la ciudad; soñábamos con tener una parroquia.
En 1998 el P. Hermes Amaya (de feliz memoria), entonces rector del seminario de Acapulco, hizo algunos contactos con el arzobispo de México, Card. Norberto Rivera, y le solicitó que nos concediera una parroquia en la Arquidiócesis; después de ver algunas parroquias situadas en diversos sectores de la ciudad, finalmente el Card. Rivera nos pidió que asumiéramos la parroquia de Santa María de Guadalupe, situada en la colonia Isidro Fabela no lejos del seminario mayor, con el fin de que nosotros pudiéramos colaborar en la dirección espiritual de los seminaristas. Previo acuerdo entre el Cardenal y el P. Carlos Alvarez, aceptamos la parroquia.
El P. Hermes debía ser el primer párroco, pero por circunstancias de la época él fue enviado al seminario mayor de Honduras. El P. Amadeo Pedroza se encontraba en Culiacán, prestando sus servicios en el seminario mayor de la diócesis. El P. Alvarez decidió que este sujeto viniera al D.F. para asumir la parroquia, después de pasar 32 años en el campo de la formación. A principios de agosto de ese mismo año llegaron al D.F. los PP. Amadeo Pedroza y Carlos Triana para asumir la parroquia de Santa María de Guadalupe; el párroco anterior, P. Pablo Granados, había preparado a la gente para recibir a los nuevos pastores, y la gente se mostró muy contenta y acogedora. El P. Pablo organizó una procesión desde el Periférico hasta la iglesia parroquial para recibir a los nuevos padres y entregarles la parroquia; luego la gente organizó todo un convivio al estilo mexicano para agasajar a los recién llegados.
El 19 de agosto los Eudistas celebraron la fiesta de San Juan Eudes con la comunidad parroquial; la gente respondió con alegría y manifestó su aprecio hacia la comunidad eudista. En diciembre siguiente se celebró la fiesta patronal de la Virgen de Guadalupe; los eudistas se involucraron en la devoción y costumbres de la comunidad parroquial, y así fue creciendo la mutua aceptación y aprecio de los padres y la gente, que ya nos consideraba como sus pastores y amigos. Esta relación se ha ido afianzando con el paso de los años.
Esta parroquia ha sido nuestro lugar de residencia y de misión en el D.F. Por aquí han pasado y se han hospedado varios eudistas y amigos nuestros. En la dirección de la parroquia se han sucedido los PP. Amadeo Pedroza, Hermes Amaya, Jorge Muñoz, Ulises Morales, Rafael Hernández (párroco actual), y otros ilustres colaboradores: Carlos Triana, Vicente Duque (q.e.p.d.), Víctor Hugo Andrade, Carlos Valencia, Carlos Jiménez, José Martínez. Nuestra relación con el clero y los pastores de la VI Vicaría y del II Decanato ha sido muy cordial y nos han tomado en cuenta para diversos servicios. Los eudistas nos hemos integrado al plan pastoral de la Vicaría y de la Arquidiócesis de México y hemos aprendido mucho de esta iglesia local. Este año (2024) cumpliremos 26 años de servicio pastoral en esta comunidad, y esperamos seguir sirviendo. Actualmente tenemos el proyecto de crear un centro de formación de laicos para el servicio de la parroquia y de otras que quieran utilizar este servicio.
Cuando llegamos a la parroquia de Sta. María de Guadalupe en 1998, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México, nos pidió que colaboráramos en la dirección espiritual del seminario conciliar, situado en Tlalpan. Los PP. Carlos Triana y Amadeo Pedroza estuvieron prestando ese servicio durante dos años. Fue una buena oportunidad para conocer mejor al clero de la capital mexicana y colaborar en la formación de sacerdotes para la Arquidiócesis de México. Ocasionalmente nos han pedido otros servicios, que hemos prestado lo mejor posible.
Este seminario fue creado por el Card. Norberto Rivera, con el apoyo de algunos obispos de América del Norte, con el fin de ofrecer a los estudiantes hispanos de las diócesis de EE. UU una oportunidad para prepararse mejor para el ministerio pastoral en favor de los hispanos de ese país. El seminario está situado en Tlalpan, cerca del seminario mayor de México.
Desde la fundación de este seminario, el arzobispo de México ha pedido nuestra colaboración para atender la formación espiritual de los estudiantes. En el primer año estuvo colaborando el P. Amadeo Pedroza; después el cardenal pidió la presencia de un eudista a tiempo completo. El P. Carlos Triana estuvo prestando ese servicio durante cinco años como miembro del equipo de formación. Actualmente el P. Ulises Morales colabora como profesor y director espiritual.
El P. Carlos Alvarez, superior provincial, envió a México al P. Carlos Triana a mediados de 1998, con el encargo y mandato de adquirir una casa propia para la Congregación. El P. Carlos se dio a la tarea de buscar dicha casa en el D.F. Después de varias pesquisas y de solicitar la ayuda de la gran familia, buscando la solidaridad de amigos y bienhechores, y también de la Iglesia alemana, finalmente encontró una bella y confortable casa, situada en la avenida San Fernando, No. 460. Gracias a Dios y a la generosidad de nuestras hermanas de Nuestra Señora de la Caridad, quienes pagaron la mitad del valor del inmueble, logramos tener nuestra primera casa en México.
Con el apoyo de nuestras hermanas y de algunos bienhechores pudimos organizar la casa de formación, con el fin de tener vocaciones autóctonas. La casa lleva el emblemático nombre de AVE COR, tan significativo para los eudistas. El primer rector fue el P. Jorge Muñoz; después vinieron Sanín Dávila, Carlos Valencia, Carlos Jiménez, y Ulises Morales. Por la casa han pasado cerca de treinta candidatos; al principio no tuvimos buena suerte con la perseverancia de los jóvenes; un factor adverso fue la falta de estabilidad de los formadores. La administración provincial anterior quiso cerrar la casa de formación y la obra eudista en México; pero gracias a la oportuna intervención del P. Michel Gérard (q.e.p.d.) la comunidad pudo continuar y se reabrió la casa de formación.
EL P. PROVINCIAL GUSTAVO LONDOÑO, en una circular a la Provincia, el 19 de febrero del 2015 anuncia nuestro regreso a la diócesis de Chilpancingo-Chilapa: "Nueva colaboración en la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa (México)
En mayo de 2014, Monseñor Alejo Zavala Castro, obispo de Chilpancingo-Chilapa, envió una carta al Superior provincial diciendo: "En el pasado, nuestra Diócesis contó con la colaboración de la Congregación de Jesús y María en la dirección de nuestro Seminario. Cómo se recuerdan los nombres de aquellos sabios y santos sacerdotes, que desde las condiciones de aquellos tiempos, debieron dejar la Diócesis. Contando con el parecer del Consejo Episcopal, estoy solicitando una fundación de la Provincia a su cargo. Como en otro tiempo, colaborarán con nuestro presbiterio y seminario en la formación permanente, en la evangelización y en el cultivo de la espiritualidad, tarea indispensable para todos".